TN | Si de algo tenemos que hablar es de que la palabra "estimulación" hará la diferencia y que de no trabajar en esta línea, el abismo entre las generaciones o clases sociales será cada vez más amplio.
El estímulo cognitivo y el estímulo afectivo son decisivos a la hora de rendir en los trayectos educativos y en el desarrollo de las emociones empáticas y de la no violencia. Es por ello que los tipos de juegos o jugar favorece la cognición abriendo un abanico de posibilidades de proyectos futuros, tanto sea para tener una muy buena inserción laboral, como para sostener una carrera educativa postsecundaria.
La escuela tiene que combinar a la tecnología y a la ciencia ya que se convertirán en elementos permanentes como desafío para las nuevas generaciones y serán la manera de invitar a que nadie quede afuera del sistema. Debemos enfatizar el aprendizaje basado en la investigación y el diseño con materiales tanto palpables como virtuales. Los juegos deben entrar al aula de todos los niveles educativos.
Las neurociencias entran al aula
El cerebro es el invitado por excelencia en forma paralela a los valores que debemos inculcar. El desarrollo de las funciones ejecutivas como favorecedoras de los estímulos que les brindemos a los aprendices es fundamental a la hora de la planificación de las clases.
Las funciones ejecutivas son actividades mentales complejas necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse eficazmente al entorno y para alcanzar metas (Bauermeister, 2008).
Con ellas, favorecemos que nuestros sujetos puedan planear, organizarse y terminar las tareas, tema hoy crucial porque las nuevas generaciones son navegantes en las tecnologías, pero padecen de grandes dispersiones o distracciones por lo que abandonan las actividades encomendadas por la escuela, universidad o trabajo.
Las funciones ejecutivas que se desarrollan en los juegos facilitan el desarrollo de los procesos mentales orientados al autocontrol físico, cognitivo y emocional. Los ejemplos van desde la planificación, la toma de decisiones, la organización, la capacidad de abstracción, el control inhibitorio y el desarrollo de estrategias hasta la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo
Las funciones ejecutivas se ponen en marcha en una amplia variedad de situaciones, en esencia en aquellas que se caracterizan por ser novedosas y complejas, siendo su competencia crucial para un funcionamiento óptimo y socialmente adaptado. Estos recursos cognitivos han sido asociados con un buen desempeño académico, un comportamiento socialmente ajustado y la autorregulación de la conducta. Todo esto se ve beneficiado si se estimula a los sujetos a jugar, a aprender a través de la robótica, a aprender con materiales que los inviten a descubrir, que los llamen a bucear y no solo a surfear los conocimientos.
Del juego con bloques a jugar con la robótica
Así, jugando, no solo le será atractivo aprender sino que estará adoptando diversas habilidades que después deberá poner en juego en su vida cotidiana o para resolver problemas en las diferentes áreas de aprendizaje, matemática, lengua, sociales y naturales o para afrontar desafíos que le deparan su permanente inserción social.
Por ello es bueno combinar los juguetes con la tecnología. Una escuela que no solo convoca porque es su misión por excelencia sino porque descubre que desde la neuroeducación está la posibilidad de brindar estímulos que hagan que todos puedan estar incluidos, de manera diferente, a los nuevos escenarios vigentes hoy y en el futuro.
Los juegos deben entrar al aula de todos los niveles educativos.
La semana pasada realizamos una fusión entre docentes de escuelas, profesores universitarios de neurociencias e ingeniería y expertos de juguetes de bloques haciendo una propuesta desafiante, donde el eje sea el aula, para que ella convoque a los aprendices a poder desarrollar su futuro.
(*) La doctora Gabriela Renault es decana de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la USAL.