¿Cómo se fabrican los ladrillitos?
Por Cecilia Acuña
Fotos de Mariana Roveda
Un determinado material se coloca dentro de un molde para
convertirse en un objeto. Dicho así, el asunto pareciera desencantado.
Sin embargo, si nos referimos a algo con nombre y apellido, la cuestión
cambia, debido a las emociones que esas cosas nos provocan. En este
caso, hablamos de los famosísimos ladrillitos de plástico encastrables,
esos con los que en nuestra infancia jugábamos a ser constructores y
arquitectos. O sea, los Rasti, una de las marcas ícono de los 80,
recuperada en 2007 por los hermanos Dimare.
- En 21 máquinas como esta se produce a diario casi un millón de bloques.
El derrotero de los ladrillitos comienza en una fábrica
de tres plantas ubicada en Lomas del Mirador. Allí, en el sector de
matricería, un equipo de artesanos se dedica a construir en acero
templado los moldes tridimensionales de cada una de las piezas diseñadas
en digital. Una vez terminados, son distribuidos en un total de 21
máquinas que tiñen el plástico, lo licuan y luego lo inyectan en dichas
matrices, donde adquieren la forma que les corresponde. En segundos,
cada inyectora expulsa las piezas terminadas ya rígidas y todavía
tibias, que son guardadas en cajas para su posterior armado. "La
producción está calculada de acuerdo con una estimación de venta de los
juguetes.
Tenemos un sistema que determina el número de piezas por
color que necesitamos", cuenta Daniel Dimare, uno de los dueños de la
empresa. Una vez en las cajas, las piezas son trasladadas a un depósito,
donde esperan el momento de ser elegidas para formar parte del modelo
que les dará sentido. "Producimos a largo plazo, porque todos los
juguetes siempre llevan alguna rareza que se fabrica en menor escala."
- La matricería es el corazón de la fábrica. El sistema Rasti cuenta con 102 matrices.
Pueden pasar meses hasta que llegue el momento de
embolsar los bloques, un proceso que se realiza de acuerdo con un
protocolo de armado de cada modelo que se controla manualmente por el
peso. Desde allí quizá vuelvan al depósito o tal vez consigan abrirse
paso directo a la fase del empaquetado en las cajas que, al fin,
llegarán a las jugueterías, donde, una vez más, deberán volver a
practicar la virtud de la paciencia y esperar a ser favorecidas por la
mirada de quien las llevará a su destino final.
- Dimare también produce el Pixelín, un juego para dibujar con bloquecitos individuales.
Fuente: Conexión Brando