Construir armonía


Desde la realidad cotidiana de manejar junto a sus cuatro hermanos una empresa que comenzó como el sueño de tres inmigrantes italianos, su padre y sus tíos, Daniel Dimare, uno de los dueños de la fábrica de juguetes Rasti, coincide con esta visión. "Nos sirvió mucho consensuar y redactar un protocolo familiar. El recorrido fue muy positivo para acordar pautas y evitar roces", señala.

Otro elemento clave fue la definición de roles. En 1998, los socios dividieron los activos de la empresa y su padre conservó la fábrica de juguetes, de la cual mantuvo el 52% y repartió el resto de las acciones entre sus cinco hijos.
"Hoy, cada uno se dedica a aquello para lo que se preparó, ya que contamos con estudios universitarios. El ser accionistas fue muy positivo y fue esencial que mi padre fuera delegando las responsabilidades en nosotros", resalta Dimare.

La fórmula funcionó, ya que el crecimiento de esta empresa fue exponencial. Al momento de esa división, de 1998, eran casi 11 empleados, años más tarde adquirieron Rasti S.A. y, hoy con 75 trabajadores, certificaron normas ISO y pasaron de una planta de 2000 m2 a una de 9000 donde producen juguetes de construcción y didácticos y equipamiento de robótica para escuelas.

Dimare asegura que es clave separar lo familiar de lo empresario, que se mantenga el cariño y respeto y transmitir esos valores a las próximas generaciones. "Cuando cuidás a tu familia también cuidás a tu empresa. Fuimos pautando cómo nos íbamos a tratar y cómo íbamos a proceder", explica. Y destaca la importancia de recurrir al asesoramiento externo y consultorías sobre temas que se desconocen.

Fuente:El Cronista